10 de noviembre de 2009

Terry Riley

Terry Riley en entrevista para La Jornada:

Sobre el mantra como método de composición:

Mi manera de componer no ha variado desde la última vez que hablamos usted y yo. No le llamaría método ni técnica porque soy del tipo de personas que no son metódicas, porque la música no necesita método, es una práctica cotidiana, de manera que nuestra actitud es permanecer abiertos siempre a nuevas experiencias.

Cada día alguien descubre un nuevo aspecto, algo en lo que nadie había reparado hasta el momento. Es un proceso muy largo que requiere mucha práctica, nunca métodos, por eso recurro al procedimiento de los mantra: su repetición conduce al cambio, expande las ideas, modifica las reglas del juego, mejora el mundo.

Lo que me interesa es mantener mi ser interior abierto, porque el universo es tan vasto que carece de sentido cerrarse a un método, a un solo tema, a un aspecto solamente de las cosas. Todos los seres vivos, por lo tanto, debemos mantener la concentración hacia lo nuevo, las experiencias nuevas de cada día.

Sobre la música como meditación:

La música es una forma de meditación. Puedes escuchar la música, pero en realidad es una meditación trascendental.

Sobre la percepción de la música:

Es un acto individual. Cada individuo posee una manera diferente de experimentar la música, cada quien escucha diferente en cuanto a su conformación cultural, pero sobre todo espiritual. Hay distintos niveles en la experiencia musical que satisfacen diferentes necesidades: intelectuales, afectivas, emocionales, espirituales. Por eso la música es esencial para la vida. Es una necesidad. Es de primera necesidad, como el agua. Escuchar música atendiendo a esos distintos niveles equivale a tomar sorbos de agua que te hacen sentir mejor como persona.

Lo interesante es que puedes llamar agua a lo que tomaste o no. Lo importante es la experiencia, lo que significa para tu organismo y para tu ser.

Sucede lo mismo con la música. De manera que denominar minimalismo a cierta música, como la mía, resulta de principio inadecuado para describir una iluminación interior profunda como resultado de una experiencia musical.